martes, 3 de marzo de 2009

El silencio de la pala...

Nosotros somos hombres y mujeres. Obviamente eso somos. Somos nosotros los que gastan papeles para inmortalizar un hecho en el tiempo; para valerse de algo, o simplemente, para mantenerlo escrito y luego jactarse de que esta en un papel.
Cuando escribimos, nosotros, hombre y mujeres, sabemos que lo hacemos con un fin y en consecuencia de un principio. El fin es incierto, el principio deducible y lo realizado… profundamente criticable.
Ahora bien, yo estoy escribiendo estas palabras con un fin aparente, siguiendo con lo previamente citado. Esto que escribo lo único que no tiene es principio, no señor. Eso se debe a que nada me motivo a hacerlo.
¿Acaso tenemos nosotros, los hombre y mujeres, que recurrir a la causalidad para llenar una hoja de pensamientos, de pasiones, de música, de arte, de critica de… de nada?
Mis dedos me miran preguntones en base a lo contradictorio de mi escrito, se miran entre si y fruncen sus ceños exigiendo explicación. No la encuentro queridos dedos, solo les pido que sigan y sigan pues mi razón esta secuestrada por un grupo anárquico de pensamientos que desean salir.
Hombre y mujeres, mujeres y hombres que escriben se juntan en un cuarto a dialogar sobre esto y no llegan a ninguna conclusión, es mas, algunos se golpean entre si. El cuadro triste es contemplado por toda la humanidad la cual comienza a llorar y a maldecir por aquellos hombres y mujeres que escriben, los cuales se están matando entre si, dejando al mundo en un eterno y silencio de palabra escrita.
La faena humana termina con fatal éxito, los presidentes se unen en cumbres a dialogar sobre quien ahora va a escribir los libros de colegio, los informes policiales, los almanaques, los diarios, las revistas, las paredes y demás.
En eso un presidente intenta escribir una notita para su secretaria instando a que esta ultima le traiga un café, mas no tuvo final dicho acto, dado que en la última letra de la nota la tinta se iba borrando como por arte de magia.
Lleno de horror el mundo estaba en jaque. No había forma de transmitir ideas, de mandar mails, mensajes, de hacer llorar, de revolucionar almas, de predicar religiones. Las líneas telefónicas se saturaban, los barcos se dirigían a cualquier lado y el hambre acudía a las más yertas tierras.
Hasta que un día un pibe de un colegio de paternal logro escribir “puto el que lee”, y de esta forma se corto la racha de no escritura en el mundo. Pero no fue tan así dado que el único que logro escribir fue ese niño feliz, el cual comenzó a ganar millones de euros y dólares mandando mensajitos de texto a gente rica, mails de una madre desesperada a un hijo lejano, panfletos de ciertos grupos políticos, etc.
Indalecio escribía 17 horas por día y comía mal. Estaba todo el tiempo mandando comunicados importantes, accediendo a pedidos, sufriendo presiones, salvando vidas y nunca podía jugar.
Un día se levanto de su casa de oro macizo, que el gobierno de Marruecos le obsequio por lograr firmar un tratado con Inglaterra sobre un embarque de servilletas, y no quiso trabajar mas.
Ese día se dice que tomo una hoja de carpeta y una lapicera y comenzó a redactar una carta a su enamorada, que vivía a solo dos cuadras de su antigua y humilde casa. Nadie sabe que paso después, nunca nadie se pregunto que fue de la vida de Indalecio.
Aparentemente el gobierno de Perú logro renacer la escritura Incaica la cual es dialecto mundial por estos días.
Se acabo el ruso, el mandarín, el español y el ingles, ahora todo el mundo habla quechua y ya nadie escribe más de lo necesario.
Ahora el mundo se comunica con avanzados sistemas de comunicación oral, los exámenes son con grabadoras de última generación, los países del mundo pagan enormes derechos de autor a la comunidad Inca la cual ahora gobierna con su MXXII Rey.
De Indalecio se dice que tiene una casa en Palermo y que dono la de oro para un comedor municipal, vive en su casa y su mujer es aquella que fue beneficiada con la carta de amor más breve y pasional que el hombre ignoro jamás.
El mundo ahora es otro y funciona como nadie jamás hubiese imaginado, no hay guerras, no hay hambre. Pero Indalecio fue olvidado y se dice que es el único que puede escribir en español y el único que tiene poesía en sus manos, es el único y nadie lo conoce ya.
Claro esta que el mundo no le importa el amor escrito, claro esta que el mundo funciona feliz sin escritores. De hecho cuando alguien surge por ahí con una novelita de amor el estado del país en cuestión lo censura, no sea cosa que se genere la guerra de hombres y mujeres que pueda llevar a el silencio de palabra que la humanidad sufrió.
Ahora se escribe, pero no se trasmiten ideas, ahora se escribe, pero no hay libros. Todo anda bien, pero sin alma.
Ahora el temor a aquella guerra pasada queda muy vivo, y ni hablar cuando un cualunque pasa por la Plaza a la Miseria en Barcelona, donde un monumento hecho en tamaño enorme realza la batalla de aquella vez.

1 comentario:

  1. Tomy, felicitaciones por la pagina. lei recien este cuento. No se si es el primero pero bueno, despues leo los otros o demas escritos. Me encanta que los publiques, el mundo tiene que conocer tu gran pluma!!!. Bueno , no escribo mas, porque recien se me borro un comentario que habia escrito antes asi que dudo de que este se publique. Un abrazo, jachu.

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